El Parque Natural Bahía de Cádiz es el mayor humedal salado de España. Por su condición de zona húmeda, su gran extensión, la diversidad de ecosistemas y su situación biogeográfica, se convierte en zona excepcional para el reposo de las aves migratorias, para la reproducción y cría de las aves estivales y para el refugio de las aves invernantes, lo que propicia la llegada de miles de aves acuáticas y limícolas cada año. La Bahía de Cádiz es la zona de cría de especies de aves amenazadas autóctonas como la espátula, la avoceta, el charrancito o el chorlitejo patinegro, todas ellas aves residentes.
Las temperaturas están aumentando, los océanos se están calentando, la nieve y el hielo se están derritiendo, y el nivel del mar está subiendo más rápido que en cualquier siglo anterior. Ello se debe al aumento de las cantidades de dióxido de carbono (CO2), metano y otros gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera debido a la actividad humana.
El nivel de CO2 en nuestra atmósfera ha aumentado en un 40% desde la época preindustrial. Para limitar los efectos del cambio climático, la comunidad mundial, a través del Acuerdo de París, está tratando de estabilizar y reducir las emisiones de GEI, y limitar el aumento de la temperatura media mundial en este siglo a menos de 2°C.
La frecuencia de los desastres en todo el mundo se ha más que duplicado en sólo 35 años, y el 90 % de dichos desastres están relacionados con el agua. Se pronostica que los fenómenos meteorológicos extremos se intensificarán aún más en el futuro. Los humedales desempeñan un papel importante en la estabilización de las emisiones de GEI y en la reducción de los efectos del cambio climático.
Los humedales costeros como las marismas saladas, los manglares, las praderas de pastos marinos y los arrecifes de coral actúan como amortiguadores. Estos reducen la intensidad de las olas, las mareas de tempestad y los tsunamis, protegiendo de las inundaciones, los daños materiales y la pérdida de vidas al 60% de la humanidad que vive y trabaja a lo largo de las costas.
Los humedales continentales, como las llanuras de inundación, los ríos, los lagos y los pantanos, funcionan como esponjas, absorbiendo y almacenando el exceso de lluvia y reduciendo las inundaciones. Durante las estaciones secas en climas áridos, los humedales liberan el agua almacenada, retrasando la aparición de sequías y reduciendo al mínimo la escasez de agua.
Las turberas, los manglares y los pastos marinos almacenan grandes cantidades de carbono. Las turberas cubren alrededor del 3% de la tierra de nuestro planeta y almacenan aproximadamente el 30% de todo el carbono terrestre, el doble de la cantidad que todos los bosques del mundo juntos. Los humedales son los sumideros de carbono más eficaces de la Tierra.
Cuando son desecados o quemados para la agricultura (como ocurre a menudo con los humedales) pasan de ser un sumidero de carbono a una fuente de carbono, liberando a la atmósfera siglos de carbono almacenado. Las emisiones de CO2 de las turberas drenadas y quemadas equivalen al 10% de todas las emisiones anuales de combustibles fósiles.
Las estrategias para responder al cambio climático deben incluir el uso racional de los humedales. Ya hemos perdido el 35% de ellos desde 1970. Los individuos, las comunidades y los gobiernos deben trabajar juntos para proteger estos increíbles ecosistemas, que nos ayudan a prepararnos ante los efectos del cambio climático, a enfrentarlos y a contrarestarlos de ellos.